¿Por qué no rindo en competición?
- Marc Labrada
- hace 5 días
- 4 Min. de lectura
Es una de las preguntas más comunes que me encuentro en consulta como psicólogo deportivo: "¿Por qué no rindo en competición como lo hago en los entrenamientos?" Si eres deportista, probablemente hayas vivido esa sensación frustrante de sentirte fuerte, confiado o preciso durante la semana… y, sin embargo, algo falla el día de la competición.
Hay muchas razones possibles y cada caso es un mundo, pero hoy te traigo cinco causas muy comunes que pueden estar interfiriendo en tu rendimiento cuando más importa. Y, lo más importante, también te invito a reflexionar sobre ellas con herramientas prácticas.
Tus objetivos y/o expectativas son poco realistas
Entrenar y competir con un objetivo claro es importante, pero a veces ese objetivo se convierte en una carga. Cuando tus expectativas son poco realistas —como "tengo que ganar sí o sí", "no puedo fallar nada", "hoy tengo que demostrar que soy el mejor"— lo que generamos no es motivación, sino presión y miedo al error.
En los entrenamientos, tu mente está más relajada. Hay espacio para probar, fallar y aprender. Pero en competición, las metas inalcanzables o que apenas dependen de nosotros (como el resultado final o la opinión de otros) solo merman tu confianza y, por tanto, tu rendimiento.

Qué hacer: Trabaja con objetivos de rendimiento/proceso, no de resultado. Por ejemplo, cambia el “tengo que ganar”, por “quiero ejecutar bien mi técnica en estas tres situaciones”. Céntrate en lo que puedes controlar.
Compites pensando en no hacerlo mal (en evitar algo), en lugar de al contrario: conseguir algo
Muchos deportistas salen a competir con el foco puesto en no fallar. Y cuando el objetivo mental es “no equivocarse”, paradójicamente, aumenta la probabilidad de error. ¿Por qué? Porque tu atención se dirige hacia lo que temes, no hacia lo que quieres hacer.
En entrenamientos, solemos tener una actitud más abierta y orientada al aprendizaje. Pero en competición, si el mensaje interno es “cuidado con fallar”, estás compitiendo desde el miedo, no desde la intención.
Qué hacer: Reformula tus pensamientos y tu autodiálogo. En lugar de “no quiero fallar el saque”, prueba con “voy a lanzar el saque con fuerza y confianza”. Enfócate en lo que sí quieres hacer, no en lo que quieres evitar.
El sentido que le das a competir es «demostrar»
El deseo de demostrar que vales puede convertirse en una trampa. Cuando competir se transforma en un “test de valía personal”, el estrés aumenta, la autoconfianza disminuye y tu rendimiento se ve afectado.
La competición no debería ser un juicio sobre quién eres, sino una expresión de tu preparación, un escenario para disfrutar, superarte y aprender. Si estás compitiendo para probar algo —como que eres mejor que otros, que no eres un fracaso, o que mereces reconocimiento— estás desplazando el foco desde la competición hacia el ego.

Qué hacer: Pregúntate: ¿qué sentido le estoy dando a competir? ¿Qué quiero sacar de esta experiencia más allá del resultado? Volver a conectar con valores como el crecimiento, el reto o el disfrute te dará más libertad, energía y confianza.
Tu atención está en el “qué dirán”, en lugar de en el “qué quiero hacer”
En competición, la atención puede irse fácilmente hacia el entorno: el público, tus rivales, lo que opinen tus entrenadores, familiares o seguidores. Si estás más pendiente de cómo te verán los demás que de lo que quieres hacer tú, tu rendimiento se verá afectado.
En entrenamiento, no tienes tantas miradas encima, lo cual te permite estar más centrado en ti y en el proceso. Pero en competición, si dejas que la mirada externa tome el control, te desconectas de tu ejecución y rendmiento. Al final del día, compites para ti mismo y/o para tu equipo.
Qué hacer: Entrena tu atención. Hazte esta pregunta antes y durante la competición: ¿en qué quiero enfocarme ahora mismo para dar lo mejor de mí? Luego, redirige tu atención a lo que controlas: una acción, una decisión, una sensación...

Quizás sí estás rindiendo, pero tu autoexigencia no te deja verlo
A veces, no es que estés rindiendo mal en competición. Es que te estás juzgando con una lupa tan exigente que nunca es suficiente. Comparas cada acción con un ideal perfecto que casi nadie cumple, y terminas sintiendo frustración incluso cuando haces un buen trabajo. No te permites fallar, pero tampoco acertar.
Esta visión distorsionada suele nublar el progreso y la confianza. Si siempre piensas que podrías haber hecho más o mejor, nunca será suficiente ni llegarás a sentirte satisfecho, ni siquiera cuando rindes bien.
Qué hacer: Practica la autoevaluación objetiva. Después de cada competición, valora: ¿qué hice bien? ¿qué puedo mejorar?¿qué he aprendido hoy? Así generarás un ciclo de feedback objetivo sin caer en la autocrítica destructiva.
Conclusión
No rendir en competición igual que en los entrenamientos no significa que estés fallando, sino que quizás estás afrontando la competición de manera equivocada. Y eso se puede entrenar. La clave está en revisar tu enfoque mental, tu diálogo interno y las creencias que llevas contigo al competir.
¿Te ha pasado alguna de estas situaciones? ¿Te gustaría trabajar en tu preparación mental? Puedes contactar conmigo para empezar un proceso personalizado de entrenamiento y acompañamiento psicológico. Porque la mente también juega... y se entrena.
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